La Cobradora
María, una mujer venezolana de mirada cautivadora y actitud coqueta, había llegado a la ciudad en busca de trabajo, y ese día postulaba para un puesto como cobradora de combi. El trabajo no era lo que había soñado, pero lo necesitaba con urgencia. El conductor, un hombre robusto y de carácter fuerte, la observó mientras trabajaba con esa ropa ajustada durante toda la jornada, impresionado no solo por su destreza para cobrar el pasaje, sino también por su belleza y carisma. Al final del día, se dio cuenta de que algo en ella lo había cautivado profundamente, y no podía apartar su atención de la joven venezolana.
Sin embargo, cuando llegó el momento de hacer el recuento del dinero cobrado, el monto no coincidía con lo que se había acordado. El conductor, irritado por la situación, decidió confrontar a María. Amenazó con acusarla ante el jefe si no explicaba lo sucedido, pero también insinuó que preferiría revisarla él mismo para asegurarse de que no estaba escondiendo el dinero. Aunque María inicialmente se resistió, la situación pronto tomó un giro inesperado cuando el conductor comenzó a catearla en busca de lo que faltaba.
Lo que empezó como una revisión incómoda, rápidamente se transformó en algo más. El contacto entre ellos, sumado a la proximidad física y la tensión de la situación, comenzó a generar una cargada sensualidad. Ambos parecían conscientes del deseo que crecía entre ellos con cada roce, hasta que, incapaces de contenerse, se dejaron llevar por la atracción y terminaron besándose, dejando a un lado cualquier malentendido inicial sobre el dinero. Despojándose de la ropa hasta tener el sexo más caliente en la combi.